El día 31 de Diciembre todo estaba planeado para salir pronto de Barcelona y llegar a Montpellier hacia las 6 de la tarde. Sin embargo, como toda buena historia, tenía que pasarnos algo antes de salir. Estábamos en la gasolinera con el coche de la madre de Diego, llenando el depósito antes de partir y de repente: ¡Oh, no! Diego se había equivocado (por la costumbre de nuestro coche) y en lugar de gasoil había echado gasolina.
Os podéis imaginar la aventura: buscar un taller abierto a día 31, llamar a la grúa, mover el coche, arreglar el tema (cambio de filtros y no sé qué), pagar el pato bien pagado: 100 € y finalmente, dos horas y media más tarde de lo planeado… ¡empezar el viaje! En ese sentido podríamos decir que acabamos el año con un poco de mala suerte, pero bueno, podría haber sido peor, así que nos reímos de la historia y queda como anécdota.
PERPIGNAN
Como llevábamos unos exquisitos bocadillos, decidimos no parar hasta llegar a Perpignan. La ciudad me sorprendió bastante. Es una ciudad no demasiado grande y agradable para pasear. El tiempo acompañaba, así que después de aparcar, nos recorrimos el centro histórico comiendo nuestros bocadillos: El Hotel de Ville (que es el ayuntamiento y a mí, cada vez que veo uno me hace pensar en Cruella de Vil, no lo puedo evitar…), la Place Loge, la catedral gótica de San Juan o la antigua puerta de la ciudad (Porte Notre Dame), que alberga un museo de las artes, son algunos de los sitios por los que fuimos paseando bajo un día soleado.
Además, al lado del río que atraviesa la ciudad (río La Tét) había un mercado navideño muy bonito al que también dedicamos un rato. No fue una visita exhaustiva y no entramos a monumentos, pero nos gustó el paseo y nos quedamos con la esencia de la ciudad.
SALSES LE CHATEAU
A eso de las 3 de la tarde, decidimos seguir nuestro camino hacia Montpellier, para no llegar demasiado tarde. Pero como nos quedaba de camino, aprovechamos para hacer una parada en un pequeño y bonito pueblo llamado Salses-Le-Chateau. Lo más asombroso de este pueblo es que posee una fortaleza militar del siglo XV espectacularmente bien conservada. Merece la pena acercarse hasta ella para verla y sacar algunas fotos. El precio de la entrada eran 7.5€ y nosotros decidimos verla sólo desde fuera.
Una vez finalizada la visitilla, continuamos hasta Montpellier, donde ya nos esperaba Georgos, con la cena preparada, vino rico y una buena conversación. ¿Qué más se puede pedir?
La fiesta de fin de año, fue en su casa, tranquila y acompañados por dos amigas chilenas suyas (Desireé y Nathalie) que nos cayeron muy bien y a las que esperamos, en alguna ocasión, tener la oportunidad de visitar en Chile.
Tomamos las uvas (que viajaban con nosotros) viendo las campanadas a través de internet y después… ¡FELIZ 2013!
El consejo del día: » Y recordad,chicos, NUNCA echéis gasolina en un coche a gasoil. Eso provocará un retraso de 2 horas en la #aventuraEnFrancia y además palmaréis 100€»
RUTA REALIZADA
– Día 1: Estás en este artículo
– Día 2: Montpellier
– Día 3: Aigues Mortes. Parque natural de Camargue. Arles
– Día 4: Mañana: Saint Remy de Provence
Tarde: Lacoste. Roussillon. Avignon
– Día 5: Sète. Canal du Midi. Carcassonne. Lagrasse. Castillos cátaros
6 comentarios en «Navidad en Francia: Por la costa hacia Montpellier»